Uno de los dramas más sobrecogedores que el territorio español ha sufrido desde la posguerra, la despoblación.
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Autor: Jesús Arbués a partir de la novela de Julio Llamazares
Dirección: Jesús Arbués
Intérpretes: Ricardo Joven y Alicia Montesquiu
Andrés de Casa Sosas, nos explica su relato desde esa última noche de su vida, en la que la muerte le conducirá a la oscuridad eterna, donde se reunirá con su madre y todos sus seres queridos. En La lluvia amarilla, el agreste paisaje de montaña provoca que el hombre haga balance de su soledad y desamparo en los umbrales de la muerte.
En 1988 se publicó la novela de Julio Llamazares «La Lluvia Amarilla» y tras 17 años borrado del mapa, Ainielle se volvió a escribir en las cartas, esta vez en las cartas de los aficionados a la lectura. Julio Llamazares situó la trama de esta novela en este pueblo, y puso rostro a uno de los dramas más sobrecogedores que el territorio español ha sufrido desde la posguerra, la despoblación. Pueblos vacíos, casas en ruinas, tejados derrumbados, bancales conquistados por la maleza, cristales rotos, chimeneas apagadas… Este es el panorama de gran parte del interior de nuestro país. Igual que la maleza se come los muros de piedra de las casas, la ausencia de habitantes devora la memoria de los lugares. Por otro lado aparecen ciudades cada vez más pobladas, menos humanas… ciudades sin memoria. Rescatemos primero la memoria de esos pueblos que están a punto de borrarse de los mapas.
Un lugar, un pueblo deshabitado, Ainielle, es, posiblemente, el personaje principal de este espectáculo. Un personaje mudo, manco y cojo, pero ni sordo, ni ciego, ni insensible. Ainielle existe, está ahí, no lejos de Biescas, en el Pirineo aragonés. Pero ¿puede un pueblo existir si nadie es testigo de su existencia? En cualquier caso Ainielle estaba allí, con 1.355 metros de altitud, era uno de los lugares poblados más altos del Pirineo pero está deshabitado desde el año 1971 en que su último poblador abandonó el pueblo.